Ser esclavo de una norma social es vivir atrapado en cubrir
las necesidades o parámetros establecidos que al final de cuentas te consumen,
sin dejar salir eso que tanto anhelamos y defendemos, nuestra libertad emocional.
Desde que llegamos al mundo, llegamos como lienzos en
blancos, esperando que nuestro alrededor, sean padres, tíos, primos, hermanos o
todo aquel personaje que se cruza en nuestro camino (llamémosles “criadores”)
en búsqueda del “debe ser” y el “tener
que ser” en la sociedad en la que nos tocó vivir. Es decir, formadores
principales de lo que será nuestro comportamiento, sea por modelamiento, siendo
un ejemplo para nosotros, por ensayo y error, por instinto, pero todo y cada
una de las normativas son las escritas o destinadas para nuestro coexistir.
Durante nuestra infancia son aquellos “criadores” quienes se
encargan de inculcarnos una y otra vez como debemos siempre cumplir con las
necesidades de los demás, dejando a un lado las propias, ¿Cuántas veces nos
vimos obligados a compartir un juguete al que no queríamos?, ¿Cuántas veces nos
obligaron a dar de nuestras golosinas porque “tenemos que compartir”, con este
tipo de ordenes son las que hoy en día, posiblemente, nos hace tener que
olvidarnos de lo que realmente queremos para cederles a otros.
Pero al pasar los años se nos presenta una terrible incógnita
¿es que cuando somos pequeños tenemos que compartirlo todo para ser buenas
personas pero cuando llegamos a la edad adulta, el compartir todo lo que
tenemos no hace ser unos incapaces en defender nuestros deseos cuando lo único que
queremos es negarnos?
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Pirámide de Maslow |
Ahora que somos adultos es importante definir nuestra
identidad para discriminar cuales son realmente nuestros gustos, matices de ver
la vida, preferencias y deseos fuera de lo que la sociedad nos empuja a ser o
sentir. Una famosa pirámide creada por Maslow, nos muestra cómo alcanzar
nuestra superación personal es algo que se logra paso a paso, complementado tal
reconocido ejemplo, partiendo de lo que realmente queremos para nosotros
podremos encontrar el camino hacia nuestra libertad emocional.
Decir que NO, desde nuestros deseos, respetando las
opiniones de los demás, se pueden tener acuerdos y tratos para con tu persona
de carácter innegociable, como lo es tu valía personal, tu seguridad e
integridad particular puesto que son ellos lo que perduran en tu vida y harán lo
que eres realmente, lejos de lo que tu alrededor quiera de ti y para ti.
No somos una marioneta en esto que llamamos sociedad, ni
mucho menos un artilugio al que pueden domar a su conveniencia.
Decir que no es un acto necesario en muchos casos, no se
trata de hacerle daño a tu alrededor o ser un muro inaccesible al que no se le
puede solicitar nada, esto quiere decir que puedes pasarle ciertos filtros
mentales, como la razón y la emoción, para decidir si lo requerido está a tu
alcance.
No dejes para otros lo que deseas para ti, así sea tiempo.
Psic. Luis Sánchez
@psicofit
luisgsanchezm@gmail.com
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