Nuestras normas nos indican que estamos
hechos el uno para el otro, el hombre para la mujer o como me gusta canalizarlo
o interpretarlo, estamos hechos “moralmente” para estar uno con otro, en nuestra
cultura, en sagrado matrimonio o muy bien es cierto, en acuerdo mutuo llamado
noviazgo o pareja, sea el género que sea.
Todo tiene un mal sabor y es
cuando se hacen presente esas terceras personas que usualmente destruyen una
relación y aunque no lo crean, también pueden avivar una relación de pareja,
todo según sea el caso.
A estas terceras personas las
llamamos AMANTES.
En las relaciones de pareja,
cuando aparece un amante puedes presentarse dos posturas para la que se
considera sea la “victima” o la persona engañada, siendo ésta perteneciente a
toda consciencia ciega o inocencia sorpresiva. En relación al primer término,
consciencia ciega, me refiero a persona que tiene el total conocimiento de que
existe “esa” tercera persona pero simplemente prefiere no prestarle mayor atención,
existen múltiples factores para justificar, sea positivo o negativamente ésta
postura, y de otro modo, tenemos al termino inocencia sorpresiva, siendo
aquella victima que le toma por sorpresa la traición, el descubrimiento es un
golpe bajo para sus áreas de desarrollo, llámese autoestima o valía personal.
Un amante siempre va a avivar a
quien este en la relación tercera pero de una u otra forma destroza a quien se
engaña.
Para posicionarse como amante se
deben tener muchos factores que fortalezcan tus habilidades y modos de ver la
vida, se requiere de una personalidad extremadamente fuerte, con límites claros
y sentimientos guardados en un cajón muy seguro puesto que el amante siempre seguirá
siendo un plan b en toda relación de pareja.
El 93% de las relaciones de
amantes terminan acabándose, muy pocas parejas pasan al plano de la estabilidad
afectiva luego de haber iniciado como amantes.
Siempre y cuando estén claros
quienes se involucran en una relación de amantes, nadie sale herido, aunque sea
un pasatiempo ya que siempre se corre el riesgo y como bien saben, quien se
enamora, pierde. Particularmente, jugar con fuego es divertido pero tiene sus
riesgos.
Hacerse el ciego cuando tu pareja
te es infiel es un acto de minusvalía y aprobación del mal hecho en sí.
No toda atracción física termina
siendo una relación de amantes pero en el caso contrario, toda relación de
amantes siempre inicia por una atracción física ya que en este modo es que
suelen operar, no existen sentimientos de por medio. Por cuestiones morales es que estamos
condicionados a ser fieles, porque la sociedad así no los impone ya que es de
nuestra entera naturaleza ser infiel, por curiosidad, por experimentación, por
diversidad, por disfrute.
Grandes teóricos de la psicología
plantean que el amor no tiene nada que ver con sexo y somos nosotros mismos
quienes los enlazamos forzosamente. Quien se involucra en una relación de
amantes es porque así lo quiere, no por casualidad del momento. Tomando en cuenta lo moral, es obvio que toda relación
de pareja con problemas de infidelidad se debe a deficiencias dentro de la relación
en sí, sea comunicación, empatía, desacuerdos, insatisfacciones, entre otros.
El amante debe tener cuidado en
no crear expectativas porque pueden que muchas de ellas no se cumplan, aunque
lo bueno de ser amante es que se tiene la total libertad de hacer lo que se te
venga en gana, sin sentir culpa, siendo más realistas.
Por último, el que se involucra
en una relación de amantes tiene doble trabajo, complacer ambas personas,
rendir para ambas personas, ser “especial” para ambas personas, es agotador
pero ciertamente, una habilidad para algunos.
Lo ideal es ser la mejor amante
de tu propia relación.
Es tu elección.
Psic. Luis Sánchez
@psicofit
luisgsanchezm@gmail.com
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