Partiendo del hecho que toda relación amorosa, al cabo de un
tiempo es impreciso y muy probable que entre en un “modo rutina”, no está fuera
de lo común, es solo una de las fases de la relación, que es no se considera
como una crisis de la relación pero si puede ser un síntoma clave o indicador
por parte de uno u ambos integrantes de la pareja que demanden atención a causa
de la falta de atención, interés o simplemente
aburrimiento de lo que se ha construido hasta el momento.
Es importante destacar que la mujer tiende a ser la que
demande más atención por parte del hombre, esto se debe a características generales
de que la mujer se moviliza más desde lo afectivo mientras que el hombre se
concentra más en lo racional, cuestión neutras en ambos géneros ya que ninguna
de estas posturas son definitivas con ningún valor asociado, ambos sumamente
importantes.
Para acabar con la rutina, antes que una intervención terapéutica,
se puede hacer uso de los famosos juguetes
sexuales. Teniendo por definición que es
un objeto que sirve para aumentar el placer del sexo en pareja o para autocomplacerse. Partir desde la conceptualización me
parece importante ya que se debe tomar en cuenta que son objetos “complementarios”
para la pareja o para el sujeto en sí, es decir, que tienen un propósito más
que una posición.
Pero siempre es importante considerar que en ciertos
aspectos y por motivos mayormente culturales y desconocimiento muchas personas
suelan asociar a los juguetes sexuales como algo para un público en particular,
fuera de la norma, para personas sexualmente perturbadas, enfermos mentales o
con tendencias homosexuales.
Por otra parte, cuando un integrante de la pareja no está de
acuerdo con la introducción de juguetes sexuales a la relación tiene que ver
con varios indicadores de personalidad, cultura, conocimiento general y
autoconcepto en el ámbito de la sexualidad, propiamente dicho. Principalmente es su ego el que tiende a verse afectado, hay que entenderlo y ayudarlo en el proceso de la apertura.
No es del todo erróneo que un hombre se sienta intimidado
por el hecho de que su pareja le invite a usar juguetes sexuales, recuerden que
vivimos en una sociedad en la que el hombre tiende a ser el dominante y recibir
propuestas por su pareja lo hace más que sentir placentero, le transmite el
mensaje de que no es lo suficiente para su mujer.
Pues quiero dejar muy claro que esto no es así, un juguete
sexual es más bien una tercera mano que tiene el hombre, una carta bajo la
manga, es requisito extra y muy bien
complaciente que toda mujer puede sentir y experimentar.
Es importante derrumbar con ciertos mitos que se generan por
el uso de los juguetes sexuales.
Un juguete sexual jamás va a reemplazar a un hombre, puesto
que no existe nada más placentero que un verdadero cuerpo en contacto con el de
su pareja aunque es el ego el que se pone en riesgo, mientras mas apertura en
el nivel de la sexualidad exista pues más placer tendrán ambos integrantes, por
otro lado, los juguetes sexuales no están hecho exclusivamente para personas
con preferencias específicas, los juguetes sexuales han sido diseñados para
toda aquella persona que le guste la diversión y el placer, lejos de alguna
enfermedad mental o perturbación social.
Es decir, un juguete sexual es un arma maravillosamente
diseñada para dar placer a la pareja, para avivar una llama de la relación,
para incrementar el encuentro sexual y a tener descubrimientos en zonas que
nunca habían conocido.
Los invito a replantearse el hecho de que los juguetes
sexuales son malos y darle la vuelta para ser cómplices del verdadero placer
que da disfrutar plenamente de una sexualidad sana.
Psic. Luis Sánchez
@psicofit
luisgsanchezm@gmail.com